El Gran Pesar (Traducción de "The Great Grief")

Publicado por David Brazier, el 12 de febrero de 2017 en el grupo “Budismo”

Continuando con el comentario del resumen “Fe y Práctica, parte 32

TEXTO: Este conocimiento de nuestra condición es base fundamental en el surgimiento la contrición.

Ya hemos hablado de la contrición en una sección previa del texto. Aquí el significado tiene que ver con el hecho de que simplemente nos sentimos contritos  en relación con nuestra humanidad. No es que no alcancemos estándares realizables, sino que simplemente, por el hecho de existir, constituimos una carga para otros y para el planeta. En algunas corrientes de pensamiento la contrición es simplemente un acicate para mejorar, la idea de que, cuando lo lamentes lo suficiente, cambiarás. Podemos decir que este es un primer nivel de contrición, pero existe un núcleo más profundo y existencial.

El budismo tiene el concepto de “el gran pesar”. Gran parte de nuestra circunstancia es lamentable a la vez que inevitable. Necesitamos comer y, con ello, acarreamos destrucción. Casi todo lo que comemos era una forma de vida. Para cultivar las plantas que comemos no sólo matamos a las plantas, sino que transformamos  el paisaje causando efectos colaterales en muchas otras formas de vida. Construimos carreteras y viviendas, lacerando la tierra.

Los primeros indicios espirituales del joven Sidarta Gautama se manifestaron cuando, siendo un joven, presenciaba el festival del arado de primavera. Su padre, como líder de la tribu, cortó el primer surco para marcar el comienzo de esta fase del ciclo agrícola. Cuando Gautama observó, vio la tierra cortada y removida, viendo como las lombrices y los insectos  salían a la superficie, a la vez que los pájaros se posaban y los comían. El sufrimiento de las pequeñas criaturas conmovió al” joven destinado a ser Buda”. Se alejó sigilosamente y se sentó bajo un manzano. En su momento se le echó en falta y se organizó una búsqueda. Cuando le encontraron se hallaba en un estado de arrobamiento, pensando en la naturaleza de esta vida. Ya sabía  que su propio nacimiento había provocado la muerte de su madre. La vida es maravillosa y terrible. Sentir pena por ello  a veces es natural.

En el mundo moderno nos hemos vuelto un poco más conscientes de todo esto como consecuencia del cambio climático y la preocupación por los problemas ecológicos. Aun siendo muy valioso, sin embargo, a la hora de prestar atención a la forma de solucionar el problema, se pasa por alto el aspecto más existencial que también debe formar parte de la vida espiritual. Deberíamos usar el poder que tenemos para mejorar las cosas, pero también debemos enfrentar nuestra impotencia fundamental. Esto no debería hacernos más apáticos, sino un poco más humildes.

La idea de que este planeta fue concebido especialmente como hogar de los humanos, y que todas las demás especies y cosas de este pequeño mundo están ahí básicamente para nuestro disfrute y consumo, permanece como una creencia implícita generalizada. Esta actitud no se contempla en el budismo. Somos seres afortunados, pero no somos los señores del universo y no estamos aquí solo para sacar provecho. En esta corta vida tenemos la oportunidad de recibir el Dharma y ser, secreta e internamente, transformados en un acto de fe y humildad. Esta transformación es la base fundamental de la verdadera religión. Es lo que los Budas nos transmitieron  y es la semilla de la que florece esa gran compasión que  siente afinidad por toda forma de vida

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