Podcast de Amida Shu 73: 29 de agosto de 2020: traducido por Fontaine
Introducción al podcast
Aquí está el podcast de hoy. Menciona el encuentro entre el Bodhisattva Dharmakara y el Buda Lokeshvararaja.
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Hace tiempo iba de viaje por una zona de alta montaña. Conducía una vieja camioneta e iba a visitar un monasterio que estaba en la cima de una montaña en un valle remoto. El viaje me tomó más tiempo de lo previsto y cuando finalmente llegué ya había anochecido. El monasterio estaba completamente a oscuras, era obvio que todos sus residentes ya se habían ido a dormir. En lugar de molestarlos por la noche, simplemente desenrollé mis sábanas y dormí en la parte trasera de la camioneta.
Por la mañana me desperté en medio del aire fresco de montaña, habiendo descansado muy bien. Salí de la camioneta: las montañas estaban envueltas en nubes, no se veía más que un remolino de niebla.
Pude escuchar que, no muy lejos, había una gran cascada y pensé: “Probablemente sea imponente, si pudiera verla”, pero no se veía nada. Luego miré hacia arriba... Se formó un agujero en las nubes y muy, muy por encima de mí, se hallaba el pico de la montaña. Me tomó por sorpresa encontrar de repente esa luz en la oscuridad, muy por encima de mí.
Estaba amaneciendo. La luz del sol, con un ligero tono rosado, brillaba horizontalmente sobre la cima. ¡Impresionante! ¡Radiante! ¡Glorioso! Me detuve en seco. Qué belleza. ¡Asombroso! Ahora entiendo por qué hay gente que arriesga la vida para subir a lugares así de espectaculares.
Después de un rato la niebla se despejó, ya se podía ver toda la montaña y también la cascada. Aparecieron más esplendores. No tan gloriosos como la vista anterior, pero magníficos sin lugar a dudas. Cuando se despertaron los monjes, entré al monasterio y pasé unos días maravillosos allí.
En el más largo Sutra de Tierrapura hay un pasaje en que el Bodhisattva Dharmakara se encuentra con el Buda de su tiempo, el Buda Lokeśvararāja, y en este momento exclama:
“¡Tu rostro radiante, como la cima de una montaña que recibe el primer brote de luz de la mañana, es de una majestuosidad asombrosa e inigualable!”
Cuando leo esto, siempre me remonto a ese día en las montañas cuando contemplé aquella magnífica cima.
En la vida espiritual existe un cierta emoción que representa, si se quiere, el gusto de la transmisión, que es el asombro. Como es sabido, el uso repetido ha trivializado el término “asombroso” y hoy en día describimos cualquier cosa como “asombrosa”; pero en el camino espiritual uno se encuentra con cosas que son realmente sobrecogedoras, y uno siente un asombro que penetra profundamente en el corazón y se convierte en el pilar de la vida espiritual.
Lo más asombroso es el Buda, el Tathāgata, y es posible que se vea la luz del Buda reflejada en aquellos que viven la vida del Buda. Reflejamos esa luz en el mundo.
“Tu rostro radiante, como la cima de una montaña que recibe el primer brote de luz de la mañana, es de una majestuosidad asombrosa e inigualable”.
Namo Amida Bu
Muchas gracias
Dharmavidya
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