El arte de vivir ~ Podcast número 44 en español

Podcast de Amida Shu 44: 2 de julio de 2020: traducido por Nando Maril

Existe un terreno común realmente importante entre la práctica espiritual y el arte. De hecho, se podría decir que la práctica espiritual es el arte supremo. Así como la música,  la pintura, la poesía y diversas formas de arte tienen un medio específico, la práctica espiritual es el arte en el que el medio es, simplemente, la vida misma.

¿Se puede convertir la vida propia en una obra de arte? Incluso en esta afirmación o pregunta hay una especie de paradoja. Un artista es, podemos decir, alguien que convierte un trozo de piedra en una estatua. Pero la sensación que tiene el artista de convertir la piedra en una estatua, es la de que no es él mismo el que lo hace completamente. Él o ella es inspirado de alguna manera. Cuando el artista mira el bloque de piedra, una especie de visión viene a él/ella. Cuando el pintor se pone ante su lienzo, en ese momento no sabe exactamente como será el cuadro una vez terminado. No es lo mismo que producir artilugios en una fábrica. Hay, como decimos, un proceso creativo que va a suceder. Y el artista, en el proceso creativo, no tiene el control total de lo que está sucediendo. El material para la producción de la obra de arte no es solo la pintura y el lienzo, sino que la/el propia/o artista es uno de los materiales. Algo más poderoso que el individuo, por así decirlo, está surgiendo. Y la sensación de estar inspirado de esta manera no es exactamente la sensación de desplegar el propio talento o la propia capacidad. Seguro que el artista tiene talento y tiene habilidades, pero algo está funcionando a través de ellos.

No soy bueno pintando o esculpiendo ni en ninguna de estas cosas, pero de vez en cuando escribo poesía. En una ocasión fui a un retiro solitario durante unos diez días, quizá una semana, no lo recuerdo. Me fui a una casita campestre muy aislada y estuve de retiro y practiqué mucho. Lo que no preveía era que empezaría a escribir poemas. De repente me inundó una marea de poemas. Me despertaba a las tres de la mañana con un soneto completamente formado en mi cabeza y todo lo que tenía que hacer era escribirlo. ¿De donde vino eso? Digo esto como una ilustración de la forma en que uno se convierte en un vehículo para algún poder o influencia, o "la musa", o como quieras llamarlo, que no se siente como uno mismo, sino que actúa a través de uno, o sobre uno, o con el que uno entra en relación.

Incluso producir un podcast es un poco así. Si empiezo a sudar por eso y pienso: "Tengo que producir un podcast para pasado mañana" y estoy atrapado en la producción de un podcast perfecto, entonces no funciona. Tengo que entregarme, de alguna manera, al proceso. Empiezo algo sabiendo que lo que hago primero será pobre, será inadecuado. Y luego lo dejo. Y luego duermo. Y después me despierto. Y más tarde produzco algo, y... ¡aquí está!

La práctica espiritual, cualquiera que sea su forma, la religión a la que pertenezca el sistema que sigas, ya sea Budista, Tibetano, Japonés, Zen, Tierrapura, Sadhanas o lo que sea, respeta este poder. Hay una especie de entrega involucrada, pero no es una entrega pasiva, porque también ha de ser una solicitud diligente. Uno se vuelve como el buen sirviente de ese poder que fluye a través.

De modo que la práctica espiritual es el arte de vivir, es un arte vivo. No produce una estatua estática. La figura de piedra canta y baila. El poder con el que lo hace es algo por lo que debemos tener el mayor respeto. Y en Tierrapura expresamos ese respeto como Namo Amida Bu.

Namo Amida Bu 

Muchas gracias

Dharmavidya

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