Podcast GS30: 28 de abril de 2021: traducido por Nando Maril
Esta mañana escuchamos la noticia de la muerte de Suvidya, el líder de la Sangha Tierrapura en Delhi, en India. Este es un evento trágico y todos estamos muy conmocionados y tristes. Suvidya contrajo fiebre, probablemente el virus del covid, pero debido a que los hospitales están saturados en este momento, no pudo obtener la atención médica que necesitaba.
A lo largo de su vida Suvidya ha vivido en circunstancias de pobreza y privaciones, que no son infrecuentes en la India y en muchas otras partes del mundo. Es una gran tragedia que los humanos se organicen de tal manera que deje a muchos de ellos privados de las cosas más esenciales. Eres aplastado bajo tal sistema; y si tienes compasión, aunque no estés entre los pisoteados, lo sientes en el corazón.
Ciertamente, leemos en nuestros periódicos o vemos en nuestras pantallas, todos los días, que hay muchas muertes. Incluso mientras estoy dando esta charla, alguien está muriendo en algún lugar. Cuando la gente está lejos de nosotros, no lo sentimos tan agudamente. Cuando se acerca a nosotros, cuando es un miembro de nuestra propia familia o de nuestra propia comunidad, entonces el dolor puede ser extremadamente agudo, la agonía más terrible.
Pérdida, duelo, esta es una de las ocho grandes aflicciones de las que habla el Buda cuando define dukkha. En consecuencia, hay un gran dolor aquí.
Al mismo tiempo, sabemos que la muerte no tiene por qué ser considerada como ‘el gran enemigo’. La muerte nos llega a todos y tenemos fe en la ‘gran luz’ de la muerte. Alguien como Suvidya, que ha vivido una vida de bodhisattva, que ha dedicado tanta energía a atender y ayudar a otros que están en peligro, en el mismo tipo de circunstancias que él, es un alma notable y una gran inspiración para todos nosotros, y ahora ha entrado en esa ‘gran luz’. Podemos confiar en que, al mismo tiempo que sentimos simpatía y compasión por aquellos que se quedan atrás, que ahora extrañarán su liderazgo y su ayuda, con el tiempo es posible que podamos inspirarnos en su vida, una inspiración que continúa existiendo entre nosotros.
De esta manera, la vida es tan, tan agridulce. Por un lado, el gran ejemplo, la gran inspiración, el espíritu que vive, que nunca morirá. Por otro lado, la pérdida, el dolor, el duelo, la tristeza, la tragedia. El camino Budista surge de la vida (y la muerte) del Buda Shakyamuni; y estoy seguro de que Suvidya nos lo habría dicho. El Dharma siempre fluía de su boca, y tengo muchos, muchos buenos recuerdos de nuestros encuentros. Al mismo tiempo, también tengo recuerdos de las terribles circunstancias en las que trabajó y en las que siempre ayudó a la gente a trascender. El amor y el dolor de la pérdida son inseparables. Caminan de la mano.
Namo Amida Bu
Muchas gracias
Dharmavidya
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