Podcast GS54: 23 de noviembre de 2021: traducido por Nando Maril
He pasado toda mi vida adulta tratando de profundizar mi comprensión del Dharma. Esto me ha llevado a ser facilitador de los demás, haciendo sus exploraciones, siguiendo su camino, que nunca es idéntico al mío. De hecho, en el mundo fenoménico, nada es nunca idéntico a nada. No hay dos piedras iguales en una pared, ni dos briznas de hierba, ni dos llamas en un fuego.
Entonces, surge una especie de pregunta: ¿Cómo puede una persona en su camino, en cierto sentido, solitario y ciertamente único, ser facilitadora para otra? Tiene que haber alguna comunicación, algún entendimiento, algún tipo de entrada empática en el mundo de la otra persona, y esto no es nada fácil.
La otra persona es siempre un misterio y mucho de ese misterio se esconde en el pasado y en el futuro. Así que incluso lo que aparece en el presente no es toda la historia. La persona está en lo que en el budismo llamamos ‘una trayectoria kármica’.
El Buda vio a la gente subir y bajar de acuerdo con sus actos y, podemos decir, de acuerdo con sus intenciones. Pero estas intenciones, incluso, no son del todo conscientes ni siquiera para las propias personas. De hecho, a veces es más fácil verlas en otra persona que en uno mismo.
El budismo tiene elaboradas y sofisticadas teorías de la psicología de la mente, de cómo funciona la mente, de cómo se construyen los samskaras y cómo estos condicionan la forma en que una persona percibe.
Como facilitador, tratas de tener una idea de cómo funciona esto para la otra persona, qué es lo que les impulsa, les empodera, les inspira, les derrota, porque todas estas cosas siempre están sucediendo, y luego, por supuesto, lo mismo está pasando contigo al mismo tiempo. Y algún tipo de proceso de resonancia ocurre cuando te abres a otra persona, cuando escuchas profundamente. Buda siempre se representa con orejas muy grandes.
Cuando escuchas profunda y completamente a otra persona, entonces comienzas a resonar con su vida, con sus significados, con su ritmo, con su trayectoria, caes en el patrón de cadencia en su vida.
Entonces, ser un facilitador consiste sustancialmente en llegar a una apreciación profunda del otro, o de la otra, en su otredad. No se trata de imponer al otro una especie de ortodoxia o esquema previo. Es posible que tengas esos esquemas. A veces pueden ser útiles. Pero lo más importante es comprender profundamente lo que late en el corazón del otro y acercarse lo suficiente a eso para dejar que lata en tu propio corazón.
Esta resonancia entre un corazón y otro es el Dharma. Por tanto no se trata solo de que una persona ayude a otra que no está tan avanzada. Cada una está ayudando a la otra cuando ocurre tal resonancia. Cuando hay tal encuentro de corazón a corazón, entonces esta es la manifestación del Dharma en el mundo.
Namo Amida Bu
Muchas gracias
Dharmavidya
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