Podcast GS42: 7 de agosto de 2021: traducido por Nando Maril
Uno de los pasajes clave del texto Genjō Kōan escrito por Dōgen Zenji se traduce de la siguiente manera:
Comprender lo que llamamos el Tao de Buda significa comprender el yo.
Comprender el yo es olvidarse del yo.
Olvidarse de uno mismo es confirmado por la miríada de Dharmas.
Al ser confirmado por una miríada de Dharmas, el cuerpo y la mente, e incluso el cuerpo y la mente de los demás, se desprenden.
Esta parada es el rastro de la iluminación, la evidencia de la iluminación.
Este ‘parar’, la traza de la iluminación, es lo que hace que uno siga hacia adelante para siempre.
Me he ocupado de este pasaje en mi libro El lado oscuro del espejo. Sin embargo, aquí me gustaría hacer algunas observaciones adicionales respecto a este pasaje.
Comprender el yo es olvidarse del yo. Entonces, podemos preguntarnos: ¿qué es olvidar el yo?, Olvidar el yo es tener cierta objetividad. Cuando puedes considerarte a ti mismo con objetividad, entonces te comprendes genuinamente, pero lo haces de una manera que no es interesada, que no es egoísta. El yo se convierte en un fenómeno como cualquier otro fenómeno; y esta claridad constituye en sí misma una iluminación. Hace accesible no solo el yo, sino todos los fenómenos. De hecho, se ve que lo que tendemos a llamar ‘yo’, es sólo un cúmulo de fenómenos que se encuentran en este punto particular. Cada cual está hecho, como dice Thich Nhat Hanh, de elementos no yo. Muchas cosas conspiran para convertirnos en lo que somos.
Pero, en términos generales, vemos todas las cosas de este mundo como a través de una lente distorsionadora; y esa lente es el yo. En otras palabras: perdemos objetividad. Pero cuando se restablece la objetividad, cuando podemos tener lo que podríamos llamar un tipo especial de objetividad, es decir, una objetividad hacia los asuntos subjetivos, entonces nos vemos a nosotros mismos simplemente como parte de la gran cantidad de fenómenos que conspiran juntos para ser este mundo. Entonces, cada cual es un fenómeno entre otros fenómenos. Uno no tiene prejuicios. Este es sin duda el estado de iluminación. El estado en el que se ve la situación real tal como es, sin juicio, sin condena, simplemente comprendiendo la naturaleza de las cosas, el proceso que está sucediendo. Seguramente es así como el Tathāgata ve el mundo. El Tathāgata, la misma palabra significa ‘alguien que viene de Tathā’, de la esencia, de las cosas tal como son. Entonces, el Tathāgata, basándose en las cosas tal como son, es capaz de amar a todos los seres con la misma compasión, la misma aceptación, el mismo resplandor, sin importar cómo puedan ser juzgados por alguien como uno mismo que habitualmente se interesa en la autopreservación, autojustificación, etc.
En definitiva, comprender el yo olvidándose del yo hace que todos los Dharmas surjan y se confirmen a sí mismos, y en este estado uno, o una, conoce la verdadera libertad.
Namo Amida Bu
Muchas gracias
Dharmavidya
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