Publicado por David Brazier el 13 de noviembre de 2017 en el grupo de discusión ITZI

 

En el budismo chino, la idea de la mente como  espejo se convirtió en una metáfora muy utilizada. Hay una serie de características interesantes del hecho de reflejar que  pueden ayudarnos a comprender la práctica espiritual e investigar la naturaleza del mindfulness.

 En primer lugar, un espejo no ejerce control. El espejo refleja todo lo que se ponga delante de él. Es imparcial. No elije. Refleja exactamente lo que está allí. Esto coincide con el primer verso de Hsin Hsin Ming: "La camino perfecto no presenta dificultad, salvo por el hecho de que evita elegir". Muchas personas emprenden una práctica espiritual con el fin de tener un mayor control de lo que aparece en su vida y en su mente. Especialmente, nuestra religión occidental, se preocupa mucho por tratar de eliminar nuestra naturaleza pecaminosa y, aunque muchos  han abandonado la religión, la sociedad todavía está muy fuertemente dominada por ideas de culpa que deben evitarse a toda costa, de ahí el énfasis en el control.

 El espejo no tiene una naturaleza originalmente pecadora ni  virtuosa; sólo responde limpiamente a lo que sea que esté ahí. Es profundo, pero objetivo.

El espejo acepta al otro tal como es. No enjuicia. Realmente, como veremos en la parte final de esta serie, esta es una característica fundamental del amor. En este sentido, por lo tanto, el espejo representa la mente de Buda o, podríamos decir, el corazón de Buda.

 En cuarto lugar, curiosamente, un espejo es brillante por un lado, pero oscuro por el otro. En realidad, el espejo consiste en transparencia en el exterior y oscuridad detrás. El Maestro zen Dogen usa el ejemplo de la gota de rocío. De noche, cuando la gota de rocío es oscura, la luna brillante se refleja en ella. Esta imagen de "la luna en la gota de rocío" resume toda la religión de Dogen. La luna es enorme y la gota de rocío es diminuta, pero la luna entera se refleja dentro de la gota de rocío. La gota de rocío es minúscula y la luna está en lo alto del cielo, sin embargo, la profundidad del reflejo es tan grande como la altura de la luna. No solo la luna, todas las estrellas - el firmamento entero -, todo se refleja en la minúscula gota de rocío. ¿Cómo sucede esto? Solo por el efecto de reflejo que produce la oscura gota de rocío. No importa que la gota de rocío sea diminuta, aun así refleja toda la gloria del universo.

 Si no fuera por la oscuridad, no habría espejo, del mismo modo que un espejo de vidrio solo funciona porque un lado es oscuro. De esto se  desprende que, no es tanto al revelar nuestro propio brillo, sino, por el contrario, al volvernos oscuros, cuando nos convertimos en espejos de la "luna". La luna, en el budismo del Lejano Oriente, representa el Dharma, la sabiduría y la compasión de los Budas y, especialmente, los bodhisattvas. Reflejamos la sabiduría y la compasión cuando nuestra propia luz ya no se interpone en el camino; cuando nos permitimos oscurecernos.

 En esta metáfora, nos volvemos “mindful” cuando la mente está completamente a oscuras, es decir, no es autoasertiva o dominante. Esta idea, sin embargo, se contrapone de manera tan radical a los dogmas del materialismo contemporáneo,a la cultura consumista y a la psicología pop autoasertiva, que es difícil imaginar que podamos entenderla por completo. El camino sugerido no tiene nada que ver con el propio merecimiento ni la autoestima (ya sea del tipo de la autocomplacencia, o del tipo de hacerse la víctima), sino que tiene que ver con soltar  el “yo” y volverse dispuesto, a la vez que naturalmente receptivo. Nuestras vidas son tan frágiles y transitorias como las gotas de rocío, pero cada minúscula gota puede reflejar la vasta y misteriosa belleza de la verdad y el amor cósmicos, incluso cuando no podamos dominarla.

 ¿Cuál es el primer principio del Dharma? El vasto vacío ¿Puedes dominarlo? No. ¿Puedes manifestarlo? Sí. ¿Puedes no manifestarlo? En realidad no. Todos nuestros intentos por convertirnos en la luna son en vano. No podemos evitar reflejar la verdad, pero nuestros intentos de brillar independientemente nos hacen ciegos a lo que sucede.

 Así pues, este es otro enfoque del mindfulness, la mente llena de gloria reflejada, que, sin reclamar  mérito alguno, recibe aun la gracia infinita y, al hacerlo, acepta profundamente a los demás tal como son.

 

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