Publicado por David Brazier el 7 de noviembre de 2017 en el grupo ITZI

En la primera parte, consideramos el mindfulness como una puntualización que hacemos durante el día, de carácter inmediato, aquí y ahora, una percepción desnuda, apreciando la belleza. Thich Nhat Hanh equiparó el mindfulness con "ver profundamente", con lo que quiso decir que cuando sostienes una taza en la mano, no solo ves el color y la forma que tiene, sino también el barro en el suelo, el alfarero que dio forma al barro, el tienda que vende la taza, la taza recién comprada y apreciada, la taza cascada y descuidada en el estante, la taza rota y descartada en el futuro, la taza que vuelve a la tierra; en otras palabras, todo el ciclo y proceso de impermanencia, involucrando a muchas personas, materiales y energías interactuando. El mindfulness de puntuación, con su inmediatez de atención en el aquí y ahora,  y la visión profunda de Hanh, no son la misma cosa.

La mirada profunda implica una dimensión cognitiva y reflexiva sustancial. Conciencia de puntuación - o "detente y mira" - implica un arresto de la actividad. Sin embargo, piensa ahora ¿qué sucede al jugar al tenis, cuando  debes golpear una pelota que viaja a cien millas por hora, o qué pasa cuando haces surf o  bailas? La experiencia de estar en el flujo es un tercer tipo de mindfulness. Por lo tanto, ya tenemos tres tipos de mindfulness: 1. Detenerse y contemplar, 2. Visión profunda, 3. Experiencia de flujo. Estos constituyen tres modos diferentes de conciencia.

Ninguno de estos, sin embargo, se corresponde realmente con el mindfulness que encontramos en los textos budistas, que se refieren a una Mente en Plenitud: una mente llena de sabiduría perenne. El objetivo de la práctica budista era lograr una integración perfecta del espíritu, de tal sabiduría que, por un lado, enmarcara de manera inconsciente la actividad de la vida  y, por otro, que esto nos impulsase hacia una conciencia despierta cuando  fuera necesario. La verdadera importancia de textos tales como el Satipatthana no es que el mindfulness y la conciencia sean la misma cosa, como comúnmente se supone, sino que una Mente en Plenitud debería penetrar  cada pensamiento, palabra y acción.

Cuando se establece este tipo de Mente Plena, la sabiduría y la compasión se convierten en una segunda naturaleza. Por lo tanto, el objetivo de la práctica no es tanto la adhesión a las reglas y fórmulas, sino se trata más bien de  una naturalidad o espontaneidad cultivada, en la que la persona actúa de manera sabia y compasiva, sin especial autoconciencia. Los budistas entenderán que esa "segunda naturaleza" se corresponde con una "primera naturaleza" o "primera mente" implícita que muchos consideran la esencia de la verdadera humanidad: el rostro que tenías antes de que TÚ nacieras. Por lo tanto, mindfulness también es humildad.

Por lo tanto, podemos distinguir muchos tipos de conciencia que pueden considerarse “mindful”. La lista aquí no es exhaustiva, pero incluye algunos elementos importantes:

1. Detenerse y Contemplar

2. Visión profunda

3. Experiencia de flujo

4. Mente Plena

5. Primera Mente

6. Humildad

Cuando nos acercamos al tema de mindfulness, al igual que con otros aspectos de la práctica espiritual, hay mucho que decir a favor de una actitud inclusiva y expansiva, en vez de adoptar una actitud reductivista. Distinguir diferentes tipos de mindfulness es una forma de expandir nuestra apreciación de este tema y evitar aferrarnos a una definición estricta de una supuesta panacea. El mundo de la práctica espiritual está lleno de muchas maravillas. Podemos ver la práctica espiritual como un proceso dialéctico. Cada vez que expandimos nuestro entendimiento, somos guiados hacia la búsqueda de la esencia, una unidad dentro de la diversidad, y cada vez que llegamos a un sentido de esencia o integridad, una vez más nos expandimos en sus múltiples dimensiones.

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